(Dame.
Un muro sigloso tuyo.
El astro de un día chorreándole encima.
Que yo pondré solícita los oros, sienas, óxidos.
Los conozco bien).
Yo tenía seguramente
algo de ajena
apática, disidente
mientras te miraba.
De qué otro modo
iban mis pupilas
ateridas
de Nicolasiano romanticismo
totalitario, absolutista
mandarme a mí
su portadora
de paseo momentáneo
atardecido
por aquel caminito
de la evasión.
( Granada. Llena eres de gracia.
El Mirador de San Nicolás y yo.
Lo mío es la evasión sincronizada)
Sete de sábado noche caprichoso
Me ha sonado a capriccio de posromántico. Coincido plenamente en los rituales de esa adoración panteísta.
ResponderEliminarBesos, Sete.
ResponderEliminarHola paisano, ay esos rituales de adoración...tan recurrentes como diferentes cada vez,¿verdad?.
Saludos.
Precioso mirador al que haces referencia; nunca olvidaré el día que lo conocí y deseo volver a estar allí. Si coincidimos y quieres puedo recitar este bello poema en voz alta para ti...¿Quieres?
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarPrecioso, en efecto. El día que lo conociste por primera vez debió ser hermoso... siempre lo es y volverás a estar, seguro.
"(...)puedo recitar este bello poema en voz alta para ti...¿Quieres?"
Niño, eso es como decir; Sete mira esta caja de After Eigth que tengo,¿quieres? jajaja. ¿Tú y tu voz recitándome en directo...? Ufff...como el escrito de más arriba es una improvisación-capricho sin valor alguno, ¿qué tal uno de Neruda?, Aynsss...seguro que se me escapa una lágrima...