Ayer tarde fui a ver la película Lo
Imposible. No debí ir.Ciertamente de haber ido sola no habría elegido una película
como esa. Fue algo improvisado, en realidad. Media hora
antes estábamos los siete en un restaurante. Habíamos terminado de
comer y andábamos ya en fase de debate trascendental y desvarío,
mientras que los estómagos aquellos nuestros despachaban de mala
manera el atracón dominguero, cuando soltó Esther : ¿Por qué no
vamos a ver la peli Lo Imposible...? Cogí el móvil y
miré los horarios; “ Ah, pues dentro de veinte minutos hay una
sesión en los cines de aquí al lado”. Un rato más tarde nos acomodábamos en la sala nº3 de Cines Alhsur, en fila los seis. Asun se fue a casa, ya la había visto. Acababa de
empezar, de modo que ni trailers vimos. La cinta, de J.A. Bayona,
trata del devastador Tsunami que asoló la costa del Sudeste asiático
en la navidad de 2004, y en las últimas semanas
ha sido muy promocionada en la tele. Por mi parte y salvo lo del
Tsunami, no conocía ningún dato más de la película. Mis
acompañantes se las sabían todas, quien dirigía y quienes
interpretaban. Después supe, a la salida, que también conocían la
historia real en particular que reflejaba. La de un matrimonio
español residente en Japón y sus tres hijos. La familia estaba
pasando unos días de vacaciones en un complejo hotelero de la costa
tailandesa cuando sucedió la catástrofe. También sabían que los
cinco miembros sobrevivieron al Tsunami. Como digo me senté allí, desconocedora. Los diez primeros minutos del documento me parecieron ideales; se
veía a una familia muy unida que disfrutaba de las
vacaciones. De inmediato, ¡zas!, la primera ola. A partir de
ahí, me recuerdo a mí misma diciéndome a cada tanto, ¿por qué
narices habré entrado aquí...?. Es un impacto tras otro. Es una
cadena de impactos que se suceden apenas sin intermedio, y nada menos
que durante ciento veinte minutos. Debo decir que cuando voy al cine lo
que busco es sentir. Sentir historias de amor, sentir historias de
desamor, terror, intriga, risa...Ayer sentí angustia durante dos
horas ininterrumpidas. No es agradable estar angustiada durante dos
horas, incluso hubo un momento en que pensé salir de la sala.
Veréis, esperaba una americanada, y
no suelo emocionarme con las americanadas
porque las encuentro muy previsibles. Lo
imposible es
una narración de hechos muy crudos, no hay pinceladas eufemistas, y
sí un ritmo vertiginoso de calamidades. Un espectador como yo, que no
conocía el destino final de estas personas, lo puede pasar bastante
mal, dado que es consciente de que lo que está viendo, sucedió en
verdad. Ves ahí a cada miembro de la familia luchar por salvar su vida,
vamos, es que resulta inexplicable cómo lo lograron. Y que cada quien no
supiera del otro, si vivía, si no...es tremendo. Y saber que esta tragedia
humana se multiplicó por cúantas veces...Hubo un cuarto de millón de muertos. Pues cuando al fin se reúnen y
tú respiras, resulta que la mamá está muy malherida, tanto que
piensas; si después de todo lo que ha pasado esta mujer muere, me
destroza...Menos mal que todos regresaron a casa, con unas vivencias muy traumáticas, pero regresaron.
Ah, atendiendo a otros aspectos me pareció muy destacable la interpretación de la actriz Naomi
Watts, pero me dejó impresionada la gran calidad interpretativa del
actor que
encarna a Lucas, el hijo mayor, el actor Tom
Holland.
En lo referente a nosotros, abandonamos el recinto callados y cabizbajos.
En lo referente a nosotros, abandonamos el recinto callados y cabizbajos.
-Jesús, ¿has llorado...?
- Ufff, qué si he llorado, vaya un mal rato...
En fin, que ir a la proyección de esta película es una de las actitudes más masoquistas que he adoptado nunca. Y eso que el día de ayer pintaba bien, por la mañana partido de fútbol (conocía al portero de uno de los equipos... ), y después comida con amigos. Me pregunto como terminamos el domingo con el corazón encogido y llorando a moco tendido...y lo que es peor, habiendo pagado por ello.
- Ufff, qué si he llorado, vaya un mal rato...
En fin, que ir a la proyección de esta película es una de las actitudes más masoquistas que he adoptado nunca. Y eso que el día de ayer pintaba bien, por la mañana partido de fútbol (conocía al portero de uno de los equipos... ), y después comida con amigos. Me pregunto como terminamos el domingo con el corazón encogido y llorando a moco tendido...y lo que es peor, habiendo pagado por ello.
Gracias por la crónica...La verdad, Sete...Yo no voy al cine a conocer desgracias...que ya vivo muchas todos los días.
ResponderEliminarSi pago por algo, pago por reir, por ilusionarme, por aprender, pero por llorar....te aseguro que no...
Gracias, no obstante por avisar..
BESOS..
Qué va, Lola, yo tampoco, ya te digo que por iniciativa propia no la hubiera visto, y de haber podido informarme antes hubiera entrado en otra. Todos recordamos lo duro que fue cuando en el 2004 sucedió, como para ir a propósito al cine, en fin.
EliminarMas besos para ti.
En esto difiero un poco de ti, querida amiga. Pienso que obviar las desgracias es ver el mundo solo a medias, y nos quita capacidad para disfrutar las cosas sencillas que habitualmente no apreciamos. Salirnos de vez en cuando de los cuentos de hadas no viene nada mal, o corremos el riesgo de pensar que las desgracias son solo ficción, y que no nos pueden tocar a todos.
ResponderEliminarLa posible solución, o al menos minimización, de las desgracias tiene, bajo mi punto de vista, un pilar imprescindible, y es la profunda concienciación y acción de toda la población.
No pretendo llevar la razón, tan sólo expreso una opinión tan acertada o erronea como otra cualquiera.
Besossss mil.
(Siempre puedes expresar tu opinión aquí, es bienvenida ya lo sabes.)
EliminarFelipe, verás, no considero que por dejar de ir a ver una película vaya a obviar una catástrofe, (respecto a esta desgracia en cuestión, quiero decir).Lo sentí mucho cuando ocurrió en el 2004 y, desgraciadamente, por las personas que fallecieron no puedo hacer nada ya, ojalá pudiera. Hubiera preferido que fuese al contrario pero,salvo una angustia tremenda, ir a ver la película no me aportó nada. Eso sí, empatía con los afectados, pero ya la tenía, como digo cuando ocurrió.
Diría también que vida puede ser muy dura con uno, como por ejemplo lo es ahora con tantísimos españoles que sufren el desempleo, desahucios y depresiones nerviosas. Por esto mismo creo que es al contrario, que debemos evadirnos por momentos a los cuentos de hadas, amigo,para poder seguir.
Preceptos sociales como la profunda concienciación y acción de toda la población, me parecen esenciales y fundamentales, completamente de acuerdo contigo.
Oye muchas gracias por decir.
Otros mil kisses para ti.
Sete, nos has destripado un poco la peli, esto en algunas culturas es de buen gusto y lo mas educado, decir el final, cuando todavía no la has visto. Aquí no resulta muy recomendable.
ResponderEliminarPero en este caso debías ser la única que no conocía el desenlace, y a los protagonistas reales de la aventura, por llamarlo de alguna manera.
Si no te ha parecido una americanada, será porque es española, rodada en Valencia, y por eso debe tener más sentimiento, tanto que al parecer es demasiado.
Sin embargo ayer me comentaba una de mis cuñadas, que le había defraudado un poco, no se en qué sentido, porque o es de piedra o no se.
Yo todavía no la he visto, sin embargo no me importaría, soy un poquito masoquista por lo que se ve.
Bueno perdona por lo extenso del comentario.
Besos.
EliminarPero Asun...¿cómo os voy a destripar la peli, si todo el mundo sabe cómo comienza y termina, mujer, si la única que no lo sabía era yo...? jajaja.
Sé que es española, pero el hecho de que el reparto sea americano, me hacía sospechar.
Y extiéndete cuanto desees, guapa, gracias por venir.
Besotes.
No he visto la película, y después de leer tu crónica te aseguro que no iré a verla. No me gusta sufrir en el cine, prefiero que me hagan pensar o simplemente me entretengan en la sala oscura. En fin, simplón que es uno...
ResponderEliminarBesos cinematográficos sin penas.
EliminarYo también soy simplona.
Un abrazo apretujado.