jueves, 21 de febrero de 2013

ENCUENTRO INESPERADO

Hola amigos. Como decía en la anterior entrada, dispongo de poco tiempo para dedicar al blog, aunque es algo transitorio. No quisiera que os olvidárais de , por lo que dejo un relato para el entretenimiento. Son Mateo y Cati.


—Perdona el retraso créeme el tráfico es denso esta mañana.
—No importa. Lo que nos ocupa es ocio, declarado enemigo del estrés, ¿recuerdas?, además lo principal es que estás aquí.— Dice Mateo, quien respira aliviado al comprobar que los esfuerzos llevados a cabo durante las tres últimas semanas por ajustar la ajetreada agenda de su hermana, habían finalmente fallado a su favor, concluyendo en aquel encuentro que estaba llamado al entretenimiento. Quizá sería algo más…—.
Cati es una joven oficinista que cualquier hombre por exigente que fuese podría encontrar atractiva. Cuyo tiempo está siempre ocupado por las prisas. Que corretea a bordo de unos sonoros tacones de un lado a otro de las instalaciones donde trabaja y pasa la mayor parte del día, al tiempo que sujeta con acierto una inestable torre de papeles. Quién normalmente acude tocada con un moño italiano. Y que se ajusta continuamente con actitud nerviosa las gafas, empecinadas en deslizarse nariz abajo.
—Ahí está, es ése— Señala Mateo uno de los edificios al otro lado de la calle—.
—¿El de la fachada tan antigua?.
—Bonita, ¿verdad?. Es arquitectura Románica y data del S.XI. Este estilo se caracteriza principalmente por la temática que aborda, que se repite en todas las expresiones artísticas de la época, y que alude al Día Del Juicio Final. Cati fijate en este magnífico pórtico, tres arcos de medio punto y el del centro de mayor envergadura que los situados a los laterales. —Continúa Mateo, ahora frente a la portada que sirve de entrada—.
—Qué curioso, las figuras ésas de arriba dibujan un perfecto semicírculo.
—Buena observación hermanita, esas esculturas sedentes representan a los veinticuatro ancianos del Apocalipsis y ése es precisamente otro rasgo que distingue el arte Románico, la disposición radial que presenta el tímpano de los arcos en su decoración; y otro referente es el parteluz, ¿lo ves?, es esa columna del centro que divide a su vez la luz del arco principal en dos.
Cati, —sigue apuntando el improvisado guía—, observa ahora las columnas adosadas a las jambas y los motivos que decoran sus capiteles, son sobre todo animales quiméricos, si te fijas todo el discurso de la fachada viene a englobar el mensaje de un Dios inmisericorde y castigador. Era la creencia de las gentes, que por aquel entonces tenían el convencimiento de la existencia de un Dios a cuyo castigo temían más que a una vara verde.
Cati asiente con la cabeza escuchando a su entusiasta hermano largar todo tipo de tecnicismos del argot del Arte, mientras escudriña la imponente portada de aquel edificio, y hurga en su memoria buscando todos esos lejanos términos de su época de instituto, para tratar de encajarlos en aquel monumental puzle de piedra que tenía frente a sí. Mientras, el semblante se le adivinaba un tanto perplejo, a caballo entre, «yo debería estar trabajando, con la cantidad de tareas pendientes que he dejado», y «¡vaya!... es realmente sobrecogedor».En cualquier forma se alegraba de complacer al inquieto Mateo acompañándolo en aquella vista cultural, aunque eso supusiera prorrogar los asuntos que la aguardaban en su despacho, ávidos de su innegable capacidad resolutiva.
—Venga, vamos dentro ya…que nos espera.—Dice Mateo guiñando un ojo—.
La sala principal del museo se alza con planta rectangular de considerable tamaño, las paredes aparecen vestidas con un impoluto y neutral color blanco. El suelo gris antracita, brillante y exquisito, que fielmente refleja la presencia de los visitantes. Unos que, absortos, portan folletos informativos que hacen las veces de relaciones públicas entre artistas y admiradores, y que pululan de un lado a otro del solemne salón, en el cual hasta la respiración de los hermanos debe ser regulada a fin de pasar desapercibida , y no dañar el ceremonial ambiente reinante. Sobre el recinto se cierne una cubierta que por relevancia artística, calidad en la ejecución y belleza, seguro que hubieran hecho estremecerse al mismo Miguel Ángel.
Wooww… Exclama una Cati que parece haber entrado en trance al percatarse de la maravilla que planea sobre su cabeza. Mateo, esta cubierta es posterior a la época del Románico, ¿verdad?.— Acierta finalmente a decir—.
—Bueno, bueno, veo que mi cerebrito andante preferido es capaz de ver algo más que documentos que entran y salen de impresoras, fotocopiadoras, destructoras y todo artilugio que trague y expulse papeles —Dice el primogénito de la pareja cuyo tono de voz atiende ahora a una jovial ironía, y quien recibe un correctivo codazo de su hermana—.
—¡Venga!...suelta ya lo del techo, que te veo en los ojillos que estás deseando restregarme tus inigualables conocimientos sobre Arte. Ya, ya me gustaría verte afrontando un balance anual de ésos que te lanzan una dentellada nada más intentarles meter mano…
—¿Techo?. Pobre de ti si el autor de la obra te oyera llamar a su artesana pupila “techo”.—Recrimina el guía entre descarados mohínes por contener la risa—.
A las impecables paredes se sujetan, inmaculadas, diversas obras de todo tipo de artistas, épocas y estilos, retratos, bodegones, paisajísticas. Pero, a la izquierda de la entrada y al fondo, se abre paso una sala aneja, que aunque pequeña, bien merece por ocupar un lugar estratégico en el edificio, guardar la joya de la corona. El lienzo por excelencia de la itinerante colección aguarda, —rezagado en el pequeño habitáculo—la visita de la pareja de turistas, y sobre él pesan todos los motivos que han llevado a Mateo y Cati a visitar el museo esta mañana. Los jóvenes se sienten sobrecogidos al entrar en la pequeña capilla artística, quedando sumidos de forma involuntaria en un total silencio, permaneciendo en ese impuesto letargo por algunos minutos, sometidos al capricho de la magnificencia que emanaba a envolventes borbotones de aquel cuadro, de dos metros de ancho por dos de largo. Y en torno al cual parece girar la razón de ser de cada elemento dispuesto en la pequeña estancia.


—Madre mía…es…—balbucea Cati, recriminándose para sí, no haber mostrado hasta ahora ni el más mínimo interés por el arte de la pintura.
—Se podría decir mucho sobre esta obra en el intento de catalogarla Cati pero, indudablemente si hay un adjetivo que la defina es, enigmática.—Dice a media voz Mateo—.
—Mira, el artista ha dejado toda esa parte de ahí en penumbras, apenas se distingue algo.—Observa la muchacha señalando la parte superior derecha del cuadro—.
—Sí, eso se debe a que los volúmenes se han distribuido de forma asimétrica, todo el peso de la escena aparece a un lado de una diagonal trazada, mientras el otro permanece en penumbras como bien dices, sin duda es un gran trabajo de claroscuros , y que imprimen a la obra un intencionado aire de misterio.
—Ah, claroscuros, qué bonito contraste.—Añade Cati—.
De nuevo se hace el silencio. Entre el viejo óleo y los muchachos parece haber comenzado una silente conversación. Tras un primer contacto visual ahora se empiezan a conocer de una forma más íntima. El primero muestra complacido quién es él y el por qué de ser una pieza tan elogiada en aquel mundo del Arte. Para ello, a cada tanto, dispara chispas eléctricas sobre los segundos, que responden a la avanzadilla con un inquieto baile de pupilas, a fin de no dejar milímetro del soporte sin investigar. —Esta vez es Mateo quien habla—.
—Uno de los aspectos que más me gustan de este cuadro es la forma en que plasma el artista este “rompimiento”…es difícil dejar de admirarlo…
—¿Rompimiento?—Pregunta la joven un tanto desconcertada—.
—La representación del plano terrenal y el plano celestial en una misma escena, Cati, en pintura a ese fenómeno se le denomina rompimiento; Fíjate en éste, ¿no es mágico?...Y qué me dices de la profundidad del cuadro, mira aquellos personajes que aparecen desdibujados, como si estuviesen entre neblinas, se les ve lejanos, y mira los de aquí delante, nítidos y sumamente reales, esa profundidad se consigue a través del uso de colores fríos al fondo y cálidos al frente.
—Magnífico.—Exclama Cati ahora—Es impresionante la calidad de los detalles en los ropajes y la riqueza cromática, los personajes están muy vivos, desde luego.
Tras un rato más asimilando la belleza de aquel lienzo, en la que sería posiblemente una oportunidad única, los hermanos se dirigen a la salida cuando la muchacha, ya próxima a la puerta, se gira para mirar de nuevo el cuadro. Tal vez para impregnar la retina de la impronta que ofrece esta nueva perspectiva. Tal vez para despedirse de él.
Mientras la intrépida oficinista camina en dirección a casa tiene la sensación de que todo alrededor se ha ralentizado. Sus prisas se han acompasado. La respiración se vuelve por momentos más disfrutable. Repara en la primavera y en todos esos aspirables aromas con los que está perfumado el aire. Acude a su pensamiento una y otra vez la poética imagen de la pintura, y se deja abrazar por el abanico de sensaciones que le ha legado el cuadro. Y que ahora, al rememorarlas, se le antojan aún más dulces.
A cada paso dado la mujer se va transfigurando en una nueva Cati. Una Cati que se toma el resto del día libre.
©

Setefilla Almenara J






Déjame tu opinión, gracias.

6 comentarios:

  1. Disfruté tanto leyéndolo ayer, que he vuelto a leerte hoy.Gracias...mil gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuando enredo en el archivo de mi pc, en donde guardo lo que escribo, me parece mentira que aún haya trabajos que no he publicado aquí. Resulta divertido. Bueno, me alegra mucho haberte hecho disfrutar, tanto, tanto, como para repetir.

      Mil gracias a ti, por venir, y otros tantos besos.

      Eliminar
  2. Un relato muy entretenido que lleva implícita dos historias. Por un lado, la vida de los dos hermanos. Por otro, la historia -pasada- que se relata.

    Es un pastiche muy atractivo, en le que se conjugan tus literarias con tu formación.

    Me gustó mucho y de olvidarnos de ti... NADA. Un beso, Ann@

    ResponderEliminar

  3. Ana, te agradezco el detenimiento que has mostrado en esta lectura. Y me alegra sobremanera saber que seguís ahí, tras la pantalla; a mi proyecto ya le falta poco para culminarse.

    Un abrazo, linda.

    ResponderEliminar
  4. Recuerdo perfectamente este texto de cuando lo leí por primera vez, no sé si en T.T o en QQML, no importa donde fue, importa el grato sabor que me dejo y que hoy he vuelto a rememorar. Es una crónica muy bien desarrollada que se lee con suma facilidad y que muchos se perdieron por su extensión; ya sabes...
    Un abrazo nostálgico.

    ResponderEliminar
  5. Lo recuerdas de TT, Esteban.

    A propósito de la extensión, hace un par de días leí al amigo Flacco un cuento bastante largo, los de él suelen serlo. Me gustó bastante, la verdad, y así se lo hice saber. Amigo, considero que para leer, únicamente se necesita predisposición a la lectura. Ocurre que en la red, solemos ser menos pacientes en cuanto a lectura refiere. No sé, en lo particular, de un autor que me gusta, leo lo que me ofrezca, por breve o extenso que sea, en fin, ya sabes cómo va esto...

    Gracias, muchas.

    Un abrazo alegre.

    ResponderEliminar