miércoles, 27 de agosto de 2014

LA BARBACOA


Cuando al fin Hernán Wells logra ver publicado su primer libro de cuentos le sobreviene una problemática aún mayor que la de vérselas con aquellos personajes de sus historias a los que debía dotar de alma. De la manera más estentórea, tiene que caer en la cuenta de que hay que dedicar los libros a los lectores cuando estos lo solicitan. Hernán duda si está preparado para esa faena, pero siempre tiene ocasión de comprobar sus hipótesis. Fue durante una barbacoa que se le acercó el catedrático aquel de Economía. No es Hernán amigo de las reuniones banales, pero en esta ocasión el anfitrión le es querido y no es apropiado negarse. Con una mano sujetaba el admirador un pedazo de chorizo braseado que estaba pinchado en un palito, de la comisura izquierda le salía un reguero de grasa que se precipitaba lentamente barbilla abajo, y con la otra mano que no corría mejor suerte en cuanto a pringue, tenía el libro de cuentos de Hernán pillado por la página número setenta y cuatro. El bribón de Núñez es mi favorito, dice, y se dispone a leerle un párrafo en voz alta. Habían sido presentados un rato antes el académico y el escritor, por fortuna el encuentro se resolvió con un breve intercambio de saludos. Esta vez no lo ve venir. Hernán Wells tiene la certeza de que vivir ignorando que hay una clase de comportamiento ajustado a cada circunstancia le hace a uno fracasar en los propósitos. También tiene la certeza de que si bien más tarde o más temprano, esta regla se cumple siempre. Así que se quedó un momento pensando en las tramas ocultas que habrían convertido a aquel hombre en catedrático, y en lo improbable de que el erudito hubiera decidido acercarse de conocer la animadversión que le suscita. Póngame una dedicatoria, ¿quiere? Por la acción de masticar y leer la grasa de la barbilla concluyó su recorrido en el blancor de la camisa, donde ya había numerosos vestigios de la barbacoa. Por supuesto, permítame. Hojeó Hernán Wells el volumen hasta la primera página, empuñó la Stephens que extrajo del bolsillo de su americana, y escribió.

-Es conveniente procurarse cada cierto tiempo un cretino, a fin de recordar quien no se es.-



Setefilla Almenara
Mejor con tu opinión, gracias.

11 comentarios:

  1. Queridos amigos, comparto con ustedes un nuevo relato.
    Les espero.
    Sete.


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  2. Un nuevo relato y muy divertido, por cierto. Seguramente en lo que menos se piensa a la hora de escribir es que nuestro trabajo pueda terminar en las grasientas manos de un personaje como el coprotagonista de esta magnífica historia; genialmente retratado por ti. Genial también la ironía y elegancia de Wells en su dedicatoria al cretino.
    Buena crónica, Sete, felicidades por tu trabajo.
    Besos dedicados.

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    1. Wells es mi héroe, que diría Olivia. Muchas gracias por traerme ojo crítico, Esteban.
      Abrazos.

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  3. No es por minimizar tus otras producciones, pero es en los relatos donde más me gustas.
    Buen trabajo, Sete.
    Un beso grande.
    HD

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    1. Humberto, agradezco el apunte. Es muy satisfactorio saber que este relato tiene tu aprobación, maestro.
      Abrazos.

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    1. Pues es una alegría que te haya gustado esta lectura, Adolfo.
      Muchas gracias por pasar.
      Besos.

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  5. Sencillo, ameno y con un final a todo dar, guapa. Me gustó.
    Un abrazo.

    p.d.

    "Hernán Wells tiene la certeza de que vivir ignorando que hay una clase de comportamiento ajustado a cada circunstancia, le hace a uno fracasar en los propósitos. "

    En este fraseo me sobra la coma luego de circunstancia. Sé que te quedaría una oración un tanto larga, pero que de todos modos se masticaría sin complicaciones.

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  6. Me alegra que te haya gustado, Silvio.
    (Y en lo referido a la coma, cierto, se lee mejor sin ella).
    Muchas gracias por venir.
    Besos.

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  7. Un relato que nos captura en la dinámica cotidiana,la grasa que escurre hacia la camisa nos trae memorias de las que nadie se ha salvado, al igual que verse sufriendo algún insoportable.
    Y se siente la presencia fuerte del libro que escribió y nosotros jamás leímos. Ahí vive la magia.

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    1. De gente pedante está el mundo lleno. Me pregunto ahora si en el caso de que un pedante se me acercara de esa guisa con mi libro en la mano, me atrevería a dedicarle una frase sarcástica...
      Me encanta que atribuyas la palabra "magia" a este relato.
      Besazo, gracias de nuevo.

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