viernes, 12 de septiembre de 2014

SUEÑO OTOÑAL

    Sueño otoñal

              diques recibidores los ojos míos
humedal de barcos que se cansan
        enredado de melancólicos insectos
que alejándose vuelan y te llaman
                                 los ojos míos en el mar 
como zumbadores quebrantados 
amor mío infinito en nada te encuentro
                                       solo agua
                                                           solo agua



SAJ

Mejor con tu opinión, gracias.

8 comentarios:

  1. Sencillamente precioso. Me encanta la foto, aún más el poema...
    Muchos besos

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    1. Mi querida Soraya, que alegrón verte por aquí, muchas gracias por acariciarme con tu palabras.
      Te abrazo.
      Sete.

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  2. Muy buen juego entre la imagen y el texto. Para mí queda abierta la posibilidad de relacionar el agua (del mar, salada), con las lágrimas. Para mí, al menos, resulta en una sugerencia.

    Un abrazo, guapa.

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    1. Imágenes y versos en un juego de sugerencias, Silvio, que no cese.
      Un placer que me visites.
      Un abrazo.
      Sete.

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  3. No sé qué tiene el otoño, si nostalgia o tristeza. Soy de los que creen que siempre pertenecemos al paisaje de la infancia. Nuestra vida cotidiana nos lo está diciendo constantemente. Los domingos por la tarde, como decía el poeta: "Cuánto muere un niño en un domingo por la tarde". De aquí a poquitas horas me estaré muriendo. Luego llega las alarmas del lunes por la mañana con su sonrisa llena de dientes. Hay que empezar el cole, perdón, hay que ir a trabajar. El profesor un tanto déspota ya te señala con el dedo, perdón, es el encargado que siempre anda vigilándote. Suena la campana y sales precipitadamente de clase y haces cola para fichar en el reloj de la fábrica. Luego no quieres volver a casa todavía. Juegas en el parque y cuando llegas un pelín tarde tu mujer te increpa porque hueles un poco a cerveza. Te pones malito y te metes en la cama con el termómetro en la boca. Tu madre te pone su suave mano en la frente y el médico dice que es la edad, ya tienes ochenta años. Te escapas de casa porque no aguantas a tus padres. Corres hacia el mar como Antoine Doinel en Los 400 golpes. Llegas cansado a la orilla porque ya eres viejo. Contemplas el mar. Es otoño. Las hojas de los árboles han vuelto a caer impertérritas, como cada año, como siempre. El niño y el viejo, aquí conmigo; todo en un instante.

    Muchos besos mi bella Sete.

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    1. Ciertamente pertenecemos al paisaje de la infancia, así lo creo también. Somos lo que éramos cuando medíamos un metro, pero con algunos progresos. Mírate, Francisco, o mejor léete, me has dejado aquí un inspirado micro relato sobre la vida. Ay, el otoño no es lo mío, yo soy una forofa del estío, y ya lo estoy echando de menos, pobre de mí.
      El niño está contigo, al viejo aún le falta para llegar...
      Gracias por visitarme, amigo.
      Besos.

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  4. Una preciosa imagen que casi parece un óleo para acompañar tus versos.
    Sigo probando navegadores que me permitan entrar en tu blog. A ver si ahora...
    Besos.

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  5. Muchas gracias, Esteban. Ya estás dentro, jeje, hay que ver lo mal que nos lo hacen pasar los dispositivos a veces.
    Un abrazo.

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