domingo, 22 de febrero de 2015

LE RUEGO A USTED ME DESINVADA


Desestimado comerciante;


Contacto con usted con el fin necesario de hacerle llegar unas pocas desavenencias, fruto de su manera de relacionarse conmigo. Verá, el número de teléfono al que usted  me llama para informarme de la completa disponibilidad de su producto resulta de una línea de carácter privado, característica esta que la exime de ser en modo alguno pública. Por tanto, le estaría muy agradecida si no la ocupara usted, tampoco mi tiempo, por extensión, a menos que se lo haya solicitado yo misma de manera explícita y con antelación. Asimismo, tenga a bien saber que la dirección de correo electrónico del que usted hace uso indiscriminado para el fin anteriormente descrito es de uso particular y mío, por lo que le ruego no tenga la valentía de introducirse ahí, en ese espacio que suyo no es, ni ha sido invitado a que lo sea. Por el mismo criterio desocupe mi apartado de SMS, y de camino llévese, le suplico, sus enseres que mantiene en mi WhatsApp.  Le insto, consienta, a echar un vistazo a mi buzón postal, verá cómo no es posible encajarle un solo papelito más de tan copado como usted lo tiene, hágalos desaparecer por favor, haga lo que le pido. Igualmente, abrace con ahínco la probabilidad preciosa, natural en sí misma, de que en caso de precisar algún producto de los que usted publicita sea yo misma quien acuda a su establecimiento a adquirirlo, ¿no es hermoso esto que digo? Pienso que tal vez se esté dando el caso desangelado de que usted no sepa quién es usted.  En este supuesto  es de mi conveniencia explicárselo de inmediato.  Usted es antes que nada un compañero de piso que se me ha impuesto, y ocurre que anda desnudo por los pasillos de mi ordenador personal, que asoma su cuerpo desvestido por las ventanas de mi teléfono móvil y grita obscenidades, uno que deja su ropa interior usada junto a mi plato del almuerzo, que defeca en el lado desocupado de mi cama. Dese por fin cuenta de quién es verdaderamente usted (vea cómo se  me está soltando la lengua a medida que se me produce el desahogo de hacerle saber). Créame, soy una de esas personas que considera bonita la publicidad. Permítame estimar cuán bonita es la publicidad, pero no podré hacerlo de ese modo desinhibido y vulnerable con que uno se admira de las cosas bien procesadas, con bello acabado digámoslo, si sigue con este incordiante proceder suyo, vístase haga el favor. Tiene que irse de lo que es mío. No ejerza más esa violencia horripilante que consiste en obligarme a estar frente a usted cada día, ¿hablo con Doña Setefilla?, sacarme de mis asuntos para someterme a los suyos propios. Tiene que desistir de hacerme llamadas en el momento preciso en que estoy comiendo, entiéndame.  No insista no contacte. Ya ve que lo nuestro no puede ser. Señor comerciante, le ruego a usted me desinvada.

Qué tenga usted un mal día.

Fdo;
Una, en lo sucesivo, desinformada feliz.




Una fotografía de Setefilla A.



Mejor con tu opinión, gracias.

12 comentarios:

  1. Queridos lectores, estoy muy agradecida y satisfecha por las muchas lecturas de la anterior entrada, "Un dos tres Jazz".
    Les espero, convencida de que se verán reflejados en esta sátira.
    Feliz domingo.

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  2. Perfecta descripción del día a día de un ciudadano medio. Un título magnífico. Besos

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  3. Muchas gracias por comentar y compartirlo, amigo.
    Feliz noche.

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  4. Verdaderamente es horrible el uso abusivo y desconsiderado de la publicidad por parte de estas compañías, y lo incomprensible es que no esté regulado y legislado como otro tipo de acosos.
    En el piso de Oviedo, al poco de instalarme, los propietarios cambiaron el servicio de adsl por uno de Pepephone, que no cuenta con línea telefónica, con lo que no tenemos que soportar las dichosas llamadas preguntando por el titular de la línea.
    La carta está perfectamente realizada, pero me temo que de recibirla el responsable de marketing, no la tomaria demasiado en cuenta, y siempre dispondrá de gente necesitada de un sueldo miserable que seguirán molestando a los usuarios. En fin...
    Besos sin publicidad.

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  5. Digamos que escribiendo se resarce uno. De toda la publi indeseada( véase la que viola el descanso del hogar) la que peor llevo es la del teléfono, sea al móvil o al fijo, que te hagan ponerte al auricular para venderte algo, esa debería estar prohibid, es un acoso, como bien señalas.
    Otro beso.

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  6. De paciencia y compasión infinita tu defense del telemercadeo. Dicen que las mejores contras son decirles: "Espere un momento", y ahí dejarles en suspenso hasta que corten o de plano pedirles que se consigan una vida.---¿Qué no se da cuenta que usted vive una Mac Vida?---sería un buen ejemplo. Con tanto que les pones atención les estimulas.
    Besos.

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  7. Hay quien hace eso que dices, a mí no me sale hacerlo, por el momento :)
    Gracias por pasar.
    Un abrazo.

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  8. Hola, paisana: Nos gustaría hacer un audio con tu relato para La taberna del callao. Me pongo en contacto a través del correo.
    Gracias.
    Javier Merchante.

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    1. Hola, Javier, pues correo respondido.
      Gracias a ti.
      Un abrazo.

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  9. Me gustó mucho, Sete. Pero... ¡que bien dibujas! Eres toda una artista. Yo le doy a la pluma, sin embargo, soy negada dibujando. Un beso

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  10. Muchas gracias, amiga. Yo de técnica no sé nada, así que cualquiera que le eche paciencia puede hacer dibujos con el acabado de estos míos.
    Un abrazo.

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  11. Hola Setefilla. En esta tarde de domingo he decidido darme una vuelta por tu blog. Veo que sigues en forma.
    Estoy seguro de que va a ser un placer el paseo. de momento ya me has hecho reirme con este texto. Diría que lo tienes crudo. Yo suelo seguirles la corriente para luego empezar a decir incongruencias como si no hubiese entendido nada de lo que me están diciendo. Al final acaban desconcertados, y cuando ya lo están les digo que no vuelvan a llamarme. En otras ocasiones les dejo que hablen y hablen mientras dejo el teléfono sobre una mesas. Al cabo de unos minutos les escucho llamarme hasta que deciden colgar porque yo no digo ni una sola palabra. Bueno, sigo leyendo. Un saludo, querida Setefilla.

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