domingo, 26 de julio de 2015

ANOTACIONES DE SUPERFICIE(II)

(Revisado)

Días los he tenido mejores; reunión extraordinaria de trabajo hasta las tantas ayer noche seguida de una madrugada duermevela, a continuación madrugón de los de verdad y de nuevo al trabajo. Jornada y hora extra. Soñolienta de veras arribo finalmente al hogar y encuentro una fuga de agua que se desliza calle abajo procedente del contador de agua de casa. Urge que me ocupe, que posponga la siesta. Hay que localizar a un fontanero, es sábado, primera hora de la tarde. Todo es lento los sábados por la tarde. Hablo con la operadora de la compañía de seguros. Ahora a esperar la llamada del fontanero de guardia. Echo un vistazo al escape, proyecta chorros a presión en tres direcciones, dos se pierden dentro de la pared, al interior de la casa, el restante corre por el asfalto. Al teléfono el técnico me advierte de que no podrá reparar la fuga si la empresa de aguas no corta la entrada general, me apremia para que los avise. Apenas puedo pensar más allá del cansancio. Busco el número y les telefoneo pidiendo que envíen a alguien para que lo haga. Atiende una voz femenina con mal genio. "No enviaremos efectivos hasta que su fontanero se persone y dictamine que es necesario el corte". Pero oiga, sale mucha agua, créame. "De ser necesario, igualmente va a ser difícil que acudan, es sábado por la tarde y el personal de guardia atiende otra fuga en este momento, en ese caso deberá esperar hasta mañana", me espeta la enfurruñada. Hago acopio de fuerzas para enfadarme mucho pero el sueño acumulado me da solo para una leve irritación. Decido bajar la escalera por ver que está ocurriendo en el sótano. Al abrir el armario veo caer agua por buena parte de la pared, saco las perchas y la ropa. Vuelvo arriba, a la calle, al desastre, noto pesadez en las piernas. Ha llegado el fontanero de la compañía de seguros. Inspecciona y diagnostica que la fuga es el resultado de haber sustituido el contador de modo chapucero. Seguido caigo en la cuenta de que el aparato no es el mismo que estaba ayer, "han debido cambiarlo esta misma mañana los de la compañía de aguas, siquiera me han informado", le explico. "Pues esos tunantes le han dejado una buena avería, señora". Unos ineptos como esos merecen un gran cabreo de mi parte así que lo intento otra vez pero no llego, estoy más cansada aún que al principio. Horas más tarde, solventada la salida de agua y con un gran boquete en la pared, despido al fontanero precisando un albañil y a continuación un pintor. Pero concluyo que esos son asuntos que pueden esperar hasta el lunes. Vean que días los he tenido mejores. Con todo, soy de la opinión de que si se tiene música al alcance quien no se resarce es porque no quiere. Saber elegir la música que a uno le va bien debería ser otra de las inteligencias, tal como lo es la del espacio, por ejemplo. Convendrán conmigo que la música consigue. En lo que dura un chasquido de dedos, Helen Forrest y el trompetista me han devuelto a mí, al ritmo. Estoy en armonía en este fin de día por obra y gracia suya, sonriente incluso. No lo saben ellos, deberían saberlo.







Mejor con tu opinión, gracias.

8 comentarios:

  1. Con todo, divertidísima anécdota por la que todos podemos pasar... Tú, a tu ritmo. Un beso ;-)

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  2. !Vaya planazo para un sábado por la tarde! Nada mejor que la música para superar el tsunami.
    Besos.

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  3. La música tiene el poder de transformarnos el ánimo, así es; me pregunto qué harán aquellos a los que no les gusta.
    Un abrazo.

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  4. Me siento identificada, por el mundo en el que me hallo inmersa últimamente... No queda otra más que paciencia!! Bueno, y música, como tu bien dices!
    Besos!

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  5. Qué suene la música, Ali, que suene, y qué suerte la nuestra poder escucharla.
    Gracias por leer.
    Un beso.

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