lunes, 19 de octubre de 2015

Salvad al gato






En ocasiones se pone uno a hacer cábalas nada concluyentes. Se sabe de antemano que no se va a llegar a buen puerto, con la misma certeza con que se sabe que Miley Cyrus no va a enmendarse, sino que será siempre una mamarracha con toda la cuerda dada. Aunque puede preverse el naufragio final, digo, esto no impide que uno se dé por entero a esa vorágine, despiadada muchas veces, absurda otras, de relacionar unos hechos con otros. Y así, cavilaba esta mañana sobre los animales, este blog, y el curso de los acontecimientos. En este blog se ha hablado de animales en varias oportunidades. Mascotas que van a dos y a cuatro patas. He querido honrar a cada una trayéndola a este espacio querido en forma de palabras. También las mascotas nos honran a nosotros con esa forma suya de fidelidad, perfeccionando aptitudes que las hagan merecedoras de nuestro afecto y orgullo. La primera en aparecer por aquí fue Regalo, la yegua de Manuel. De los caballos huelga decir que son animales de silueta bellísima, aunque no alcancen a la de los felinos. Por supuesto, esta última consideración no la aprobaría Manuel. Una criatura noble, Regalo, de blanco pelaje,  de buen carácter, así lo hacían ver las líneas que escribí aquí. Publiqué la reseña y tiempo después, una tarde al llegar a la parcela ví su box vacío, al preguntar la razón de tal cosa se miraron todos con semblante grave, temí lo peor. Si bien conocía la acuciante cojera de que se dolía la yegua hacía años, al parecer se volvió irreversible y hubo que sacrificarla. Así son los caballos, supongo, frágiles espíritus, se lastiman un hueso y queda uno privado de su noble compañía.
Otro día les conté sobre Gato. El texto refería que era un precioso cachorro de pelaje gris a rayas blancas, que nació de madrugada y cuya madre abandonó a su suerte. Moribundo por el frío y el hambre, el felino fue encontrado al amanecer por Manuel, quien lo arropó junto a un brasero y dió leche de una jeringa durante días. Gato llegó a verse repuesto y a abrir los ojos, refería. Días después de publicar la historieta se me dice que las agallas demostradas por el cachorro la noche de su nacimiento, fueron esfumándose durante las semanas que siguieron. Se derrumbó sobre las tambaleantes patas finalmente el minino, antes que sumara treinta días.
Más tarde conocí a Blow de la mano del cetrero Rafa durante una fiesta en el campo. Un pollo de azor de estupendo porte, ojos amarillos  y grandes pupilas como lentejuelas. Pasó el día con todos nosotros, quienes andábamos fascinados por su extravagante presencia. Pues bien, también el joven azor tuvo su minuto de gloria en esta casa, como digo. Pasado el tiempo, una noche volví a coincidir con Rafa en un bar, naturalmente me interesé por Blow y, ya se figurarán ustedes lo que viene...Había muerto la joven rapaz víctima de una enfermedad propia de la especie.
Dense cuenta del desenlace de cada una de esas mascotas, vean lo inquietante de que no se precise aclaración alguna. Escribo en este domingo envuelta en no pocas cavilaciones, aquí me veo haciendo el mismo inventario de muertos que hacía Baudelaire, ven a mi pecho/ alma sorda y cruel/ Tigre adorado/ monstruo de aire indolente, muertos que vinieron a esta casa mientras estaban con vida. Me alienta decir que se salda esta cuenta con un vivo. Se trata de Jackson, este es el gato de María, que tras subir una foto suya al blog cierto día junto a un poema de Neruda, sigue vivo que se sepa. Ahora estoy por telefonear a María, interrogarla sobre la salud del animal. Oye qué tal el gato, preguntaría, es menester que vigiles lo que come ese gandul, le espetaría, después que se le ve gordo en exceso, que le subirá el colesterol, que podría darle un ataque y morir, por último la pondría sobre aviso, ha salido en el blog, ¿entiendes...?
A los otros quizá el hecho simplón de ser homenajeado aquí les haya matado. Qué sé yo, ya he dicho que en ocasiones se pone uno a hacer cábalas nada concluyentes.

Blow




Mejor con tu opinión, gracias.

10 comentarios:

  1. Amo a los perros y me concentro en los tres que me quedan, uno de ellos ya con quince años a cuestas, porque acabo de perder a una compañera hermosa que salía conmigo a caminar la cuadra, entre otros... Ya he vivido episodios similares, por suerte privan los buenos recuerdos y una vez conseguí plasmarlos en un relato que llamé "Benji" y que es real... Un abrazo

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  2. Qué los disfrutes, muchas gracias por pasar, Osvaldo.
    Un abrazo.

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  3. Es mejor no hacer cábalas en ese sentido, sí. Alguien dijo en una ocasión "¿Supersticioso, yo? Para nada, que eso trae muy mala suerte..."
    Me ha encantado la entrada; muy divertida y genialmente escrita.
    Un abrazo fuerte.

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  4. Para graciosa esa cita, amigo, de veras que me ha hecho reír. Te agradezco el voto de confianza, me cuesta escribir últimamente.
    Un abrazo apretujado.

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  5. Me enganchó la lectura. Ahora entiendo porqué evitar ver pasar un gato negro, romper un espejo...

    Abrazos, mientras cruzo los dedos :)

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  6. Los gatos negros me gustan, no me importa nada que se me rompa un espejo, y esta misma mañana he pasado bajo una escalera que sostenía a un electricista en la calle, no creo en supersticiones pero supongo que este texto puede leerse desde ese filtro, sí. Te agradezco el comentario, Roberto.
    Un saludo.

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  7. Intrigante cúmulo de casualidades... supongo que tus amigos te agradecerán en lo sucesivo que sus mascotas no sean objeto de tus atenciones blogueras. Aunque para ello tengan que renunciar a los adjetivos de tu escelente prosa. Un beso

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  8. Espero que ningún amigo íntimo con mascota lea estas líneas...cruzaré los dedos. Ah, no, que no soy supersticiosa...
    ;D

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  9. Mientras no te de por escribir sobre mí... Sonrío.

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  10. Raúl, tienes perro, gato, un jilguero quizá...?
    (Sonrisilla)

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