En Madrid los últimos tres días los he dedicado a los reencuentros. Con los amigos queridos los reencuentros significan alegría y remembranzas de lo anterior vivido, anécdotas coloristas que al ser verbalizadas afloran trayendo consigo desplazamientos en espacio y tiempo, y también lazos que fortalecen la relación que mantenemos con ellos. Por otra parte darse cita en la ciudad de Madrid le hace a uno llenarse de pareceres misceláneos. Vastas avenidas que se prolongan hasta el infinito y virtuosismo arquitectónico en abundancia sobre todo, y a los que se llega mediante su transporte de metro servil y eficaz. Esto que refiero más un sinfín de vericuetos asombrosos que las capitales vanguardistas siempre hacen llegar a un vecino de provincia como esta que escribe. A Madrid siempre hay que volver. Ayer fue mi último día en la ciudad y al llegar a casa de mi amiga Toñi me reencontré también con unos retratos a lápiz que hice (como aficionada autodidacta, recuerden) a sus hijas hace cuatro años, los mismos que fotografié y que, so pena de ser muy mejorables, archivo aquí en el blog por aquello de las remembranzas, ya saben.
Sete A
Un dibujo y foto de Setefilla Almenara |
Un dibujo y foto de Setefilla Almenara |