FUÍSTE HECHO PARA SER AMADO

Jacques Louis David

©Fuíste hecho para ser amado


Península de humildad contra mí estrechándose,
impávida muerte de tristes pies
para mi alma si te has marchado,
mirándote vivo, en ti me hice.
Para ti, quien yo amo, derramándose llega mi canción,
¡oh, ante ti hoy también!
Corazón de hierba con nombre oculto para mi voz inútilmente,
fuíste hecho para ser amado.
Sacarás convulsa tu raíz al mundo antes subterránea,
mientras hacia ti vuelvo el rostro amanecido
habiéndome dormido en tu cama y tu costilla.
Inquieta como la noche arribé a tu costilla
las pasadas horas cobijándome,
y para tu seno y para mi seno fue toda la paz entonces.
Desperté un instante para quererte y de nuevo fui dormida.
Ama, la eternidad, más que la junta de los cuerpos,
más que la junta de las bocas y más que la junta de los brazos.
¡Frescura, oh tú, el que amo!
Brevedad de estuario, capa fresca a mis pies cayendo.
Entrega tu pulso, el que antes levantó puñados de hierba.
Debilidad última y mía, fuerza primera de todas las fuerzas
toma mi cuerpo que ha sido elevado sobre tu península,
toma a todas las mujeres en forma igual, con erecto verdor,
porque todas ellas soy, en todas mi boca se manifiesta.
Porque al amor en su grado exquisito, en su grado último,
en su perfecto grado,
no lo sustenta un pensamiento, un cuerpo hecho de carne.

Porque, en suma, cuando hayamos muerto, todo habrá comenzado.

Setefilla Almenara Jiménez