I
Justo antes de que
mi amiga Carmen se mudara de piso dijo, "mira esta estantería, la de cosas que le cogen, es una pena no me
quepa en el piso nuevo, ¿la quieres?".
La puse en el cuarto de invitados. Claro que, quien dice cuarto de
invitados dice cuarto de la ropa. Un
invitado es una metáfora, un eufemismo a decir verdad. Se lo inventa una para poder
soltar la ropa en su cuarto mientras se ausenta, y así poder hacer
una maqueta textil de la torre de Pisa para luego multiplicarla por
cinco. Montoncito doblado para colgar. Montoncito, este peor
doblado, apto para plancha. Montoncito de ropa deportiva. Montoncito
de ropa íntima. Montoncito de paños de cocina. Que esté un casco
de bici sobre la estantería, compartiendo espacio con la enciclopedia Psicología
para todos, regalo de
Julia, que a su vez sostiene un destornillador de estrella, no Julia
sino la enciclopedia, es algo factible. Dos compartimentos más allá la lámpara de sal que me regaló Lola, una que absorbe los iones
negativos y que, por su enclave estratega, sirve de muro de
contención para unos pocos libros. Véase lírica del Romántico, algo del Modernismo, uno que dice El cantar de Mío Cid, obra esta heredada y que no he leído, no hubo flechazo, a lo peor un volumen ilustrado de bricolaje para
necios que en realidad es de autoayuda porque, cierto es que cuando se ilustra uno deja de ser necio, el manual de uso de la
lavadora(?), o una ficha plastificada del año noventa y ocho, del ajoarriero pero a
la extremeña. Recuerdo que casi las colecciono. Compré los fascículos número uno, diez y cuarenta y cinco. El número setenta y tres, Gazpacho a la vasca, lo reservé en el quiosco y nunca fui a por él, es de suponer que el quiosquero me tendría entre ceja y ceja por aquel entonces, así que procuré no volver por allí.
II
El caso es que esta
mañana me ha dado por ordenar la estantería y, echando un vistazo a
las torres de los cedés, me he dado cuenta de que en un cedé cabe media
vida en imágenes. En un futuro debiera leerse en mi epitafio, aquí yace Sete, tres cedés, o cinco, siete, con el fin de poner a quien mira en antecedentes. Han salido discos de
partidos de fútbol por decenas, Almería uno-Córdoba tres, grabaciones de fútbol que tuvieron
lugar por toda la geografía española y parte del extranjero. También música
de todo tipo, estuve a punto del síncope cuando leo en uno, “Reggae
Splash”, lo había perdido de vista y es uno de mis discos del buen
rollito, me lo regaló la buena de Magda junto con uno de Kenny G.
Este de reggae me lo pongo
en el coche mientras conduzco hasta la playa, es un momento
memorable. "No-womaaan-no-cry-say-say-no-woman-no-cryyy...",
es de recibo mencionar que se trata de momentazos Thelma
y Louise, antes
de precipitarse estas barranco abajo, huelga decir.
III
Ahora que miento el Reggae me acuerdo de ellos. Y cómo no acordarse, dios
me bendiga la memoria selectiva, no recuerdo lo que cené anoche pero de ellos ya lo creo que me acuerdo. Cada día, con una
puntualidad británica, salía a tomar el sol en mi minúscula
terraza de aquel edificio isleño, entrañable. Se trataba de un
inmueble de dos plantas, un aparta-hotel en origen, después vendido
a particulares, y de cuyo mantenimiento, piscina y demás, se
encargaba un chico llamado John Deere, (como el tractor). Tantas
veces me dijera de qué país del África provenía, tantas veces lo
olvidaba, tampoco él podía memorizar mi nombre. Como decía, yo, mis biquinis, y mis carnes paliduchas, las
que trataba de ennegrecer con un tesón que después no se me ha visto, éramos
inherentes al paisaje comunitario. Mi pequeño apartamento se
situaba en la primera planta, y en la baja, en dónde antes estaba recepción, había una escuela de surf por cuya puerta escapada
una bocanada de reggae a todo gas, colándose por las terrazas
siempre abiertas de par en par, a los veintisiete grados de temperatura media
canarios. Cuánto sex appeal
junto, por allí desfilaban jóvenes de diferentes nacionalidades,
pero no hay que llamarse a engaño, no eran sus idiomas lo que me
provocaba el baile de pupilas. Honestamente, si hubieran sido mudos,
todos mudos, los hubiera encontrado igual de atractivos. De piel muy
bronceada, dentadura blanca y alineada, de tórax entrado en músculo
ligeramente, aquellos cabellos rubios y largos hechos rastas
algunos, el bañador de vivo estampado y resbalado un poco del
trasero. Por lo demás, los muchachos portaban aquellas aparatosas tablas con tal
desparpajo que parecía hubieran nacido con una bajo el brazo. En lo particular, no daba abasto a mirar el trasiego de unos y otros, resguardadas las
formas de dama tirada al sol majorero y ajena al trajín surfero, por las gafas de sol
benevolentes. A veces John en el ir y venir de sus quehaceres me sacaba de mis tribulaciones
saludándome desde abajo con su acento de por ahí de África, "puenos tías", "hey Johnny".
Y otras me tocaba a la puerta y me invitaba a arroz cocinado a lo
afro. Persona encantadora Johnny, vitalista y solícito como pocos. "Muchas
gracias, apañao', ¿sabes?, te cocinaría gazpacho pero a la vasca, de
no ser porque no fui a recoger el fascículo setenta y tres, pero hombre, pasa, oye, ¿y de qué país dices que eres?
Déjame tu opinión, gracias.
Genial. Absolutamente.
ResponderEliminarUn abrazo así de grande.
EliminarOye granaíno,¿tú sabes hacer gazpacho, pero a la vasca...?
Otro abrazo Juan.
jejeje me gusta esa cancion chistoso
ResponderEliminarHola Alex, pues me gusta que te guste jijiji.
EliminarGracias por pasar.
Divertido, Sete, muy divertido...Ahora, después de escuchar hablar de John Deere entiendo algunas cosas...Jejeje.
ResponderEliminarBesos y feliz semana.
EliminarNo sé si preguntar que es lo que has entendido jajajaja!
Gracias por dedicarme un ratito de tu tiempo, feliz semana para ti, guapa.
No, mejor no...jajajajaj
EliminarIgual para ti, guapa..
¡Vaya!, pero si no aparece el comentario que te dejé hace ya meses... Ya sabes, los duendes informáticos son unos desalmados...
ResponderEliminarNo recuerdo textualmente qué te escribí aquel día, pero seguro que hablaría del buen rollo que da leer este relato de comienzo y final humorístico con un extra autobiográfico, y además muy bien redactado. Perfecto para saber un poco más de ti, de tu cuarto de invitados/trastero/ropero, y de tus andanzas por el mundo. Muy simpático y cercano.
Gracias, he vuelto a pasar unos minutos muy divertidos con su lectura.
Besos fuertes.
Esteban.
¡Hey, Esteban, nada me gusta más que el hecho de que retoméis un trabajo antiguo! Este es un texto de buen rollo, simpático, cercano y sin más pretensiones, que de todo tiene que haber en la viña del señor.
EliminarLa agradecida soy yo y te sonrío, mucho.
Sete