El pasado veinticinco de junio se cumplía el cuarto aniversario. Desgraciadamente se marchó para siempre mi venerado Michael Jackson. Pero no muere nunca quien vive en el corazón.Y Michael palpita en millones de corazones alrededor del mundo, también en el mío. De modo que hoy no me apeno. Hoy lo celebro. Es eso lo que he venido haciendo desde que era una adolescente y me sentaba al lado de mi cadena de música con el libreto del disco Dangerous, y a cantar se ha dicho: "Heal the woooord, make it a better plaaaace, for you and for meeee and the entire human raceeee..." qué temazo, dios mío. La autobiografía de Michael Jackson, "Moonwalk", es uno de los libros más estupendos que he leído. Baste decir que me lo acabé en dos sentadas. Para vuestro disfrute dejo un pasaje del primer capítulo "Tan solo niños con un sueño".
TAN SOLO NIÑOS CON UN SUEÑO
Moonwalk, Michael Jackson, 1988
A Joe Jackson siempre le había gustado cantar y la música
tanto como a mi madre, pero él también sabía que había un mundo más allá de
Jackson Street. Yo no era lo suficientemente mayor para recordar su conjunto,
«Los Falcons», pero ellos venían a nuestra casa a ensayar los fines de semana.
La música los alejaba de sus trabajos en la fundición, donde papá conducía una
grúa. «Los Falcons» tocaban por toda la ciudad y en clubs y colegios por el
norte de Indiana y Chicago. En los ensayos de nuestra casa, papá sacaba su
guitarra del armario y la conectaba al amplificador que tenía en el sótano.
Todos se preparaban y la música comenzaba. A él siempre le habían gustado el
ritmo y los blues y aquella guitarra era su orgullo y alegría. Considerábamos
un sitio casi sagrado el armario donde guardaba la guitarra. Huelga decir que
estaba fuera de nuestro alcance cuando éramos muchachos. Papá no iba al Salón
del Reino con nosotros pero tanto papá
como mamá sabían que la música era una manera de mantener unida a nuestra
familia en un vecindario donde las bandas delictivas reclutaban a muchachos de
la edad de mis hermanos. Los tres chicos mayores siempre tenían una excusa para
estar por allí cuando venían «Los Falcons». Papá les hacía pensar que se les
estaba dando un trato especial al permitírseles escuchar, pero él estaba
realmente deseoso de tenerlos allí.
Tito observaba todo lo que pasaba con el mayor interés. Él
había aprendido a tocar el saxofón en la escuela, pero podía decir que sus
manos eran lo suficientemente grandes como para rasguear las cuerdas y entrar
en las improvisaciones que tocaba mi padre. Tenía sentido que se integrara en
ellas porque Tito se parecía tanto a mi padre que todos esperábamos que
compartiera los talentos con él. La magnitud del parecido fue impresionante a
medida que se hizo mayor. Quizá mi padre se dio cuenta del parecido de Tito
porque estableció reglas para todos mis hermanos: nadie podría tocar la
guitarra cuando él estuviera fuera. Y punto.
Por lo tanto, Jackie, Tito y Jermaine cuidaban de que mamá
estuviera en la cocina cuando «tomaban prestada» la guitarra. Ellos también
tenían cuidado de no hacer ningún ruido cuando la sacaban. Entonces volvían a
nuestra habitación y ponían la radio o el pequeño tocadiscos de modo que
pudieran tocar. Tito colocaba la guitarra sobre su barriga mientras se sentaba
sobre la cama y la apoyaba. Él hacía turnos con Jackie y Jermaine y probaban
las escalas que estaban aprendiendo en la escuela del mismo modo que intentaban
plantearse cómo conseguir la partitura de los «Green Onions» que habían
escuchado en la radio.
Por
aquel entonces yo tenía edad suficiente para colarme dentro y observar si
prometía no decir nada. Un día mamá, finalmente, los cogió y todos nosotros nos
quedamos preocupados. Ella riñó a los chicos, pero dijo que no lo contaría a
papá si nosotros teníamos cuidado. Sabía que la guitarra les estaba protegiendo
de irse con una multitud de maleantes y quizá de recibir algún golpe. Así que
no estaba dispuesta a suprimir nada que
les mantuviera al alcance de su mano.
Por
supuesto, algo malo tenía que ocurrir un día u otro y, en un momento dado, se
rompió una cuerda de la guitarra. Mis hermanos fueron presa del pánico, pero no
había tiempo para repararla antes de que papá regresara a casa, y además
ninguno de nosotros sabía dónde acudir para que la compusieran.
Mis
hermanos no pudieron concebir ninguna idea salvadora y se limitaron a guardar
de nuevo la guitarra en el armario y a confiar en que mi padre se figurase que
se había roto sola. Como era de suponer papá no se tragó tal cosa y se puso
furioso. Mis hermanas me dijeron que se mantuviera al margen del asunto y
disimulara. Oí llorar a Tito después que papá lo descubriera y salí a
investigar. Tito estaba llorando en la cama cuando papá regresó y le mandó
levantarse. Tito estaba espantado pero mi padre se limitó a permanecer frente a
él, teniendo en la mano su guitarra favorita. Le dirigió a Tito una mirada dura
y penetrante y le dijo: «Hazme saber lo que eres capaz de hacer».
Mi hermano sacó fuerzas de donde pudo y comenzó a tocar
unos acordes que había ideado él mismo. Cuando mi padre vio lo bien que podía
tocar Tito, se dio cuenta de que, evidentemente había estado ensayando y comprendió
que Tito y el resto de nosotros no considerábamos su guitarra favorita como un
juguete. Vio con claridad que lo ocurrido era un simple accidente. En ese
instante entró mi madre y proclamó su entusiasmo por nuestro talento. Dijo que
nosotros teníamos vocación y que debería escucharnos. Durante los días
siguientes siguió apoyándonos y, de este modo, un día papá se dispuso a
escucharnos y le gustó lo que pudo oír. Tito, Jackie y Jermaine comenzaron a
ensayar juntos en serio. Un par de años más tarde, cuando yo tenía unos cinco
años, mamá le comentó a papá que yo era un buen cantante y podría tocar los
bongos. Me convertí en miembro del grupo.
En aquellos tiempos mi padre decidió que lo que estaba
ocurriendo en su familia era algo serio. Gradualmente comenzó a dedicar menos
tiempo a «Los Falcons» y más a nosotros. Habíamos terminado un ensayo global y
nos dio indicaciones y nos enseñó técnicas de guitarra. Marlon y yo no teníamos
edad suficiente para tocar, pero mirábamos mientras papá ensayaba con los mayores
y aprendíamos mientras mirábamos. Estaba todavía en pie la prohibición contra
el uso de la guitarra de papá si él no estaba presente, pero mis hermanos eran
felices usándola siempre que podían. La casa de Jackson Street estaba pletórica
de música. Papá y mamá habían costeado unas clases de música para Rebbie y
Jackie cuando eran pequeñitas, de modo que ellas contaban con una buena base.
El resto de nosotros había recibido clases de música y de conjunto en las
escuelas de Gary, pero todas las prácticas era pocas para estructurar toda
aquella energía.
«Los Falcons», estaban
todavía ganando dinero, por esporádicas que fueran sus actuaciones y, aquel
dinero extraordinario era importante para nosotros. Era suficiente para que
hubiera un plato en la mesa para aquella creciente familia pero no lo bastante
para proporcionarnos cosas que no fueran
necesarias. Mamá trabajaba a horas en Sears, y papá seguía en la fundición de
acero, y nadie pasaba hambre pero, al evocar esa época me da la sensación de
que las cosas debían parecer entonces como un pozo sin salida.
Cierto día, papá se retrasó en su vuelta a casa y mamá empezó
a preocuparse. Cuando él llegó, mamá estaba presta a decirle cuatro cosas,
hecho que los chicos no teníamos inconveniente en presenciar de vez en cuando,
simplemente para comprobar si él era capaz de sobrellevar las consecuencias de
sus actos. Sin embargo, esta vez, cuando asomó la cabeza por la puerta, vimos
que tenia un gesto malicioso y que estaba ocultando algo en su espalda. Nos
quedamos asombrados todos cuando mostró una guitarra roja reluciente, algo más
pequeña que la del armario. Todos supusimos que esto significaba que podríamos
disponer de la vieja. Pero papá dijo que la nueva guitarra era para Tito. Nos
agolpamos todos a su alrededor para admirarla, mientras papá le decía a Tito
que tendría obligación de compartirla con cualquiera que quisiera estudiar con
ella. No estábamos autorizados a llevarla a la escuela para enseñarla. Era un
regalo de importancia y aquel día constituyó una jornada trascendental para la
familia Jackson.
Mamá se sentía muy feliz por nosotros, pero ella también conocía a su marido. Era más consciente que nosotros de las ambiciones y planes que él tenía para nosotros. Había comenzado a hablar sobre ellos por la noche después que los chicos nos hubiéramos acostado. Tenía sueños y esos sueños no se detenían en una guitarra.
"Moonwalk", MJ
Cuando Berry Gordy recibió en el estudio de la Motaown a los jóvenes hermanos Jackson que buscaban una oportunidad, quedó encandilado por el vocalista de los hermanos, Michael, de tan solo ocho años, al oírlo interpretar "Who is loving you", un tema de desamor, con el mismo talento de un experimentado adulto.
Sras y sres, Michael Jackson, enorme filántropo y artista.
God bless you, Mike.
God bless you, Mike.
Mejor con tu opinión, gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario