viernes, 29 de enero de 2016

Los maleantes se hacen las Españas

Hace unos días, en el supermercado, presencié cómo dos jóvenes de origen rumano estafaban a la cajera. Tras comprar unos pocos artículos, el tipo encargado del trajín saca de su bolsillo un fajo de billetes y pide a la cajera que le cambie dos de cincuenta. A pesar de que las malas pintas de los mendas y el fajo hacen dudar a la mujer, accede a darle cambio. De modo que mete en la caja los dos billetes y en su lugar le entrega cinco billetes de veinte euros, el tipo los agarra y seguido los rehusa, ahora dice no querer billetes de veinte, sino que son de diez los que quiere. La cajera, -más mosqueada que el canalla de Tommy Mottola cuando MJackson se negó a cederle los derechos de los Beatles-, no está dispuesta a cambiarlos de nuevo y rotunda les despide. Sin girarse, siquiera sacar las manos del campo de visión de ella, con el dinero todavía en la mano, el menda exige a la mujer que le devuelva los dos de cincuenta anteriores. La empleada, por sacárselos de encima y poder avanzar la cola de una vez, abre de nuevo la caja y extrae los dos de cincuenta, pero, no se percata de que el sutil prestidigitador no le da a cambio los cinco billetes de veinte sino solo tres, es decir, sesenta euros en vez de los cien correspondientes. Y ese es el percal, en un pis pás los rumanos engordan el fajo con cuarenta euros más y se marchan alegremente. Es de suponer que, con mucha menos alegría que aquellos, a la cajera le tocara después dar cuentas al jefe sobre el parné faltante en la caja. Dos trápalas de tres al cuarto haciendo de las suyas. Lo llamativo es que ese par de gilipuertas, se hayan hecho tres mil kilómetros con un hato para el equivalente a hacer las Américas, las Españas, vamos para hacer el timo del cambio, como si esas artes no pudieran aplicarlas a lo largo y ancho de el propio Rumanía, al abrigo de la patria, lo cuál resulta mucho más práctico, digo yo. En fin, toda una fuga de cerebros.


Mejor con tu opinión, gracias.

4 comentarios:

  1. El otro día presencié algo similar pero con sinvergüenzas autóctonos. Igual da. Los hay por todas partes. Besos

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  2. José L,se sabe que en cada país se genera una serie de mangantes, sinvergüenzas, etc. En España ya tenemos de sobra y hay que sufrirlos, por lo que, a los rumanos, que los aguanten en Rumanía.
    Un beso.

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