©L A V I U D A
Setefilla Almenara Jiménez
Dos mujeres arrastran su melancolía tras un féretro por la angosta cuesta arriba. Una, viuda por el que va delante, la otra, compaña. Angosto el cortejo, y triste.
AURORA—Quien
tenía la vida agarrada por un costal, con los dedos encallecidos por
los campos, a quien se le subía la risa fiera a las copas de los
chaparros y ahí veía cambiarse la luna, viendo venir los reveses y
las dichas, Gertrudis, se murió...
GERTRUDIS—... Ya
se murió.
AURORA— No tiene que comer ya... Ya no come, ni bebe, ya no piensa en
mí... Que ya todo él es un corazón frío solamente, cual una
moneda en el fondo de una acequia. Dentro de ese cuerpo que todo lo
paraba, una tapia era de cal, arena y piedra apretadas, —a todos daba gracia en el trato, afable semblante—, era tanta
claridad la que cabía... Cuando
hablaba él era un aire azulino que se te metía a lo mejor por los
ojos, y cuando volvía a salir ya no era el mismo aire, que era otro
diferente. ¿Ves? Ya no me llama, aurora ven y dame un beso, anda mujer. Y al
patio ya no sale otra vez, el limonero ya ha roto en flor, mira
niña, y el capullo primero del rosal ya ha abierto su rosa nevada al
mundo. Ya no me nombra más, Aurora, Aurora, Aurora, quién
va a dejar mi nombre en su boca como lo dejaba él. No ha nacido el
fulano o el mengano... Eso ya es en balde. Mira
los bueyes, tiran del carro como sin querer llegar al cementerio, a
dejarlo allí solo, solo como si fuera un muerto, un muerto,
Gertrudis. Y
yo después me tengo que volver otra vez por este camino. Volver
vacía, sin nadie delante, y detrás nadie tampoco. Yo me sé agria
por mucho tiempo. Una mujer enlutecida y pobre, que nada diera, de
espíritu enflaquecido y de ánimo ido. Pero ido adónde... Pues se
habrá ido con él, prendido a su solapa como lo que he sido siempre,
una clase de flor cualquiera refrescándole el pecho. Qué los muertos
no están solos porque yo me voy a ir con él, aunque sea a mirarlo y
que no le ensombrezca un insecto o le avente su gorra el
viento feo.
GERTRUDIS—Tú
no puedes ir al sitio en que él se ha ido, a estar. Tú eres viva,
amanecerás con las albas y te recogerás en el sueño con los
crepúsculos, es lo que harás en el día de mañana, y en el
siguiente día a mañana.
AURORA— Me dices lo que me dices, y lo mismo que me ha dicho Baldomero el
cura, y también Manuela la del carbón, como que sea lo que está
para mí, qué sabéis vosotros de él y de mí, de lo que es
nuestro... Digo
qué sabéis, da igual, ya no importan las cosas. Digo que quizás
yo esté muerta, muy muerta, yerma, seguramente yerma...Y desde ayer,
cuando daban las cinco en el umbral del cuarto, sea él quien esté
vivo.
Mejor con tu opinión, gracias
Qué preciosidad! Qué cosa bonita y cierta! Y cómo las pones a hablar ahí detras de los bueyes, que parece que las vemos! Bravo, bravo, bravo! buenísimo, y verdadero.
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ResponderEliminarMuchas gracias de nuevo, querido José.
Besos
Déjame felicitarte con todo placer, Sete. Has pintado una historia fenomenal. Desde el lugar donde se desarrolla, el diálogo de las mujeres, las imágenes que aparecen como si fueran fantasmas y esa sensación de pérdida irremediable con una conclusión final que deja sin aliento. Porque esa conclusión de la viuda tiene una claridad meridiana que apabulla. Sin dudas, unos de mis textos favoritos dentro de tu mundo de letras. Un beso enorme.
ResponderEliminarRecojo tus felicitaciones abrumada, y encantada!
EliminarTe sonrío agradecida, Bee.
EXCELENTÍSIMA GESTA. GRACIAS POR COMPARTIR.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Gracias por tu constancia, Relthi.
EliminarUn beso, poeta.
Un lenguaje clásico, romántico y de esencia lorquiana para narrar este trágico y solitario entierro.
ResponderEliminarHay fuerza y raza en tus letras, y consigues trasmitir la tristeza y melancolía del momento amargo.
Buen trabajo de estilo.
Besos alegres.
Esteban.
Amigo, gracias por repetir la lectura y dejar esta vez tu comentario.
EliminarFeliz sábado sevillano.
Un abrazo.
Sete. Muestras un gran contenido de compasión y le quedó bien ése toque de antaño que dibujaste en ésta sentida tragedia del amor perdido.
ResponderEliminarBesos virtuales que salvan de la gripe de verano que nos pegan por acá los sistemas de aire acondicionado.
Pasados los momentos mundialistas regresa la realidad de pintar y escribir sueños.
Veo que no te acabas de recuperar, Carlos, sigues convaleciente, pues te agradezco que te acercaras por aquí. En mi caso no me afecta demasiado el asunto del mundial, tampoco es que lo haya ignorado, pero no ha cambiado mis hábitos lo más mínimo.
EliminarUn abrazo.
Magnífico relato con la esencia de la Generación del 27. ¡Enhorabuena Setefilla!
ResponderEliminarUn abrazo, Anna
Amiga, resulta imposible escapar del embrujo que ejercen "los del veintisiete".
EliminarMuchas gracias por dejarte ver por aquí.
Fuerte abrazo.
Hermoso relato.
ResponderEliminarHuele a limonero,
a rosa blanca y pura,
al dolor de la partida,
al Yugo agrio del camino,
a vivir en el olvido,
a desangrarse en el recuerdo,
¡¡ a Andalucía la de adentro !!
Gracias. Saludos cordiales
Es estupendo verte tan inspirado, Enroqueff, te agradezco esas impresiones en forma de versos, y la visita.
ResponderEliminarUn abrazo.