—Kierkegaard opinaba que existen tres actitudes
vitales diferentes. Él utiliza la palabra fases y las llama “fase estética”,
“fase ética” y “fase religiosa”. Utiliza la palabra “fase” para marcar que se
puede vivir en las fases inferiores y de pronto dar el “salto” hasta una fase
superior. Pero mucha gente vive en la misma fase toda la vida.
—Apuesto a que pronto llegará una explicación.
Además empiezo a sentir curiosidad por saber en qué fase me encuentro yo.
—Quien vive en la fase estética vive el momento y
busca en todo momento conseguir el placer. Lo que es bueno es lo que es
hermoso, bello o grato. En ese aspecto se vive totalmente en el mundo de los
sentidos. El estético se convierte en un juguete de sus propios placeres y
estados de ánimo. Lo negativo es lo “aburrido”, lo “pesado”.
—Pues sí, conozco bien esa actitud.
—El típico romántico es por lo tanto el típico
estético. Porque no se trata solamente de placeres sensuales. También quien
tiene una relación de juego con la realidad o, por ejemplo, con el arte o la
filosofía con los que él o ella trabajan, vive en la fase estética. Se puede
tener una relación estética o de “observador” incluso con el dolor y el
sufrimiento. Es la vanidad la que domina. Ibsen dibujó al típico estético en su
personaje Peer Gynt.
—Creo que entiendo lo que quieres decir.
—¿Te reconoces?
—No del todo. Pero me recuerda un poco al mayor.
—Quizás sí, Sofía... Aunque éste ha sido un
ejemplo más de esa pegajosa ironía romántica. Deberías enjuagarte la boca.
—¿Qué has dicho?
—Bueno, tú no tienes la culpa.
—¡Sigue!
—Uno que vive en la fase estética puede llegar a
sentir pronto angustia y vacío. Pero en ese caso también hay esperanza. Según
Kierkegaard la angustia es algo casi positivo. Es una expresión de que uno se
encuentra en una “situación existencial”. Ahora el estético puede optar por dar el gran “salto” hasta una
fase superior. Pero o sucede o no sucede. No sirve de nada estar a punto de
saltar si no se hace del todo. Aquí se trata de un “o lo uno o lo otro”. Pero
nadie puede dar el salto por ti. Tú mismo tienes que elegir.
—Eso me recuerda un poco a lo de dejar de fumar o
de consumir droga.
—Sí, tal vez. Al describir esta “categoría de la
decisión” Kierkegaard nos recuerda a
Sócrates, que señaló que todo verdadero conocimiento viene desde dentro.
También la elección que conduce a que un ser humano salte de una actitud vital
estética a una actitud vital ética o religiosa tiene que surgir desde dentro.
Esto lo describe Ibsen en Peter Gynt. Otra descripción magistral de cómo la
elección existencial emana de una
desesperación y miseria interiores la ofrece Dostoievski en la gran novela
Crimen y castigo.
—En el mejor de los casos se elige otra actitud
vital.
—Y de esa manera a lo mejor se empieza a vivir en
la fase ética, la cual se caracteriza por la seriedad y elecciones consecuentes
según criterios morales. Esta actitud ante la vida puede recordar a la ética del deber de Kant. Se intenta vivir de
acuerdo con la ley moral. Igual que Kant, Kierkegaard pone su atención ante
todo en la disposición mental de la persona. Lo esencial no es exactamente lo que uno opina que es lo correcto y lo que
uno opina que es malo. Lo esencial es
que uno elija tener una actitud ante lo que es “correcto o equivocado”. Lo
único que le interesa al estético es si una cosa es “divertida o aburrida”.
—¿Y no se corre el riesgo de convertirse en una
persona demasiado seria viviendo de este modo?
—Pues sí. Según Kierkegaard tampoco la “fase ética”
es la más satisfactoria. También en la fase ética puede uno llegar a aburrirse
de ser tan cumplidor y minucioso. Muchas personas, cuando se hacen mayores, llegan a
experimentar una gran sensación de cansancio. Algunos pueden volver a caer en
la vida de juego de la fase estética. Pero algunos dan un nuevo salto hasta la
fase religiosa, alcanzando así “la profundidad de 70.000 fanegas” de la fe.
Eligen la fe ante el placer estético y los deberes de la razón. Y aunque puede
ser “ terrible caer en la manos del Dios
vivo”, como expresa Kierkegaard, es cuando por fin el ser humano encuentra la
conciliación.
—El cristianismo.
—Sí. Para Kierkegaard, la “fase religiosa” era la
religión cristiana. Pero también tendría una gran importancia para pensadores
no cristianos. En el siglo XX surgió una extensa “filosofía existencialista”
inspirada en el pensador danés.
El mundo de Sofía/Jostein Gaarder/Editorial Siruela
Foto/Setefilla A |
Mejor con tu opinión, gracias.
Amigos, filosofeemos. “El mundo de Sofía”, de Jostein Gaarder. Extraordinaria obra de divulgación que nos hace caminar por los intrínsecos senderos de la historia de la filosofía occidental, y en cuya recta final me encuentro sumergida.
ResponderEliminarFeliz domingo.
MUY LAPIDARIO Y EXCELENTE FRAGMENTO. EL INETRIOR HUMANO ES INSONDABLE. GRACIAS POR COMPARTIR.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Pero sondearlo resulta maravilloso, amigo.
EliminarGracias, abrazos.
Sete
Gracias Setefilla, me sumerjo en el juego filosofal y veo por que "fase" estoy transitando. Un abrazo
ResponderEliminarBien, Osvaldo, la filosofía tiene la cualidad de despertar preguntas. Preguntémonos...
EliminarMuchas gracias, abrazos.
Sete
Qué bueno, Sete! Menudo mundo el de la filosofía... Cuando empecé a conocerla (el los últimos años de la escuela secundaria) me enamoré de esas causas primeras, sus consecuencias, sus orígenes. Y luego llegó la ética. Y de ella también me enamoré. Porque nos remiten a lo más primario de las personas: porque no definen. Gracias por este momento de "verdades" Un beso, guapa!
ResponderEliminarGracias a ti por venir, querida Bee.
EliminarUn abrazo